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miércoles, 20 de enero de 2016

EL HIERRO


La mujer tiene, a través de la menstruación unas pérdidas algo mayores, variables, unos 28mg de Fe por período. Ésta es la causa de que la carencia de Fe se dé principalmente en la mujer durante la edad fértil.

Las recomendaciones de ingesta de hierro (Fe) se pueden satisfacer, en general con la alimentación habitual, pero en caso de dejar de ingerir habitualmente los alimentos que son fuente principal de Fe, o bien en situaciones de aumento de necesidades como en el embarazo o pérdidas periódicas -menstruación, pequeñas pérdidas crónicas por hemorroides sangrantes, puede que no pueda proporcionarse la cantidad necesaria en la dieta, la anemia ferropénica, consecuencia habitual de este aporte insuficiente, es la carencia nutricional más frecuente en el llamado primer mundo.
Del total del Fe del organismo de un adulto (unos 4g), la mayo parte (unos 2.5g) se hallan en la hemoglobina. La mioglobina de las fibras musculares es otra localización importante; diversas enzimas de la cadena respiratoria. citocromos, por ejemplo, también contienen, aunque en mínimas cantidades. En el hígado, el bazo y la médula ósea se almacena en forma de ferritina, complemento de Fe-proteína que sirve de reserva. En el plasma, el Fe circula unido a la transferrina.
El Fe es necesario para la formación de la hemoglobina. Cada molécula de ésta contiene un átomo de Fe. La mioglobina muscular tiene una estructura química parecida. Se denomina, en ambos casos, Fe hemínico o hem, en contraposición al Fe no hem de los vegetales.

ABSORCIÓN, PÉRDIDAS





Diariamente, una persona adulta pierde alrededor de 1mg de Fe a través de la descamación de los distintos epitelios, mucosas, faneras y orina. Esta cantidad es, precisamente, la absorbida del Fe alimentario.
La mujer tiene, a través de la menstruación, unas pérdidas algo mayores, variables, unos 28mg de Fe por período. Ésta es la causa de la carencia de Fe en la mujer en edad fértil.
La cantidad de Fe absorbida es sólo una pequeña fracción del total ingerido. Este porcentaje oscila entre el 20-30% (carnes) y el 5% o menos (espinacas, frutas, otros vegetales). En las carnes, se encuentra en forma hemínica, hecho al que se atribuye su mejor absorción. La fibra vegetal y ciertas sustancias como los oxalatos presentes en algunas verduras dificultan su absorción. Las fuentes de calcio tomadas conjuntamente con Fe disminuyen el porcentaje de Fe absorbido.
La absorción de Fe es un proceso activo y limitado que precisa, en primer lugar, el paso del ion férrico a ferroso. El ácido ascórbico favorece este paso. Una vez en la sangre, circula unido a la transferrina. Se almacena, principalmente en el hígado, el bazo y la médula ósea como un complejo Fe-proteína, la ferritina, que constituye su reserva en el organismo. El nivel de ferritina en sangre está bien correlacionado con estas reservas.
Para la formación constante de hematíes, el organismo utiliza, además de la pequeña y necesaria cantidad de Fe absorbida diariamente, otra mucho mayor (unos 20mg) que proviene de la destrucción de los hematíes viejos. Este ahorro metabólico es fundamental, ya que cada 120 días se ha de renovar la totalidad de los hematíes, lo que significa una síntesis ex novo de una cantidad extraordinariamente elevada de hemoglobina.

RECOMENDACIONES

La alimentación debe proporcionar diariamente entre 10 y 22 mg de Fe, cantidad que permitirá absorber 1mg/d (hombre adultos) o 1.5mg/d (mujer en edad fértil). Las necesidades son mayores en la mujer durante la época fértil, en los niños en edad de crecimiento, así como en las embarazadas.
Recomendaciones de ingesta de hierro por día:
  • Hombres adultos y mujeres posmenopáusicas 10-12 mg
  • Mujeres en edad fértil 15-22 mg
  • Embarazadas 15-25 mg
  • Niños en época de crecimiento 6-12 mg
  • Niñas en épòca de crecimiento 15 mg
  • Niñas posmenarquia 20 mg
  • Ancianos 10-15 mg
FUENTES ALIMENTARIAS






Recuerde que el Fe de los alimentos de origen animal se absorbe mejor que el de los de origen vegetal.

Las principales fuentes de Fe de origen animal son las carnes, en especial el hígado y los riñones, también el marisco. Las carnes de vacuno, pollo, pavo, cerdo y otras contiene Fe en cantidades que rondan los 2 mg por cada 100g. La yema de huevo contiene algo menos. El pescado, alrededor de 0.5 a 1 mg por 100 g. La leche, el yogur y el queso son muy pobres en Fe. La concentración en la leche materna es algo mayor que en la de vaca; de hecho, el lactante necesita utilizar las reservas que acumuló durante la gestación.

Entre las fuentes de origen vegetal, las legumbres y los frutos secos oleaginosos lo contienen en porcentajes elevados, incluso mayores que los de las carnes, pero ya se ha indicado que su tasa de absorción es bastante menor. Ello no es impedimento para considerarlos fuentes recomendables. Los cereales, las verduras y las frutas poseen entre 1 y 5 mg por 100g de Fe poco biodisponible.

Con el estilo de vida actual, no es raro efectuar comidas rápidas, fuera de casa o no, lo que puede condicionar ingestas insuficientes en Fe y en otros nutrientes esenciales, aparte de un exceso lipídico y calórico.

Podría decirse, como conclusión, que es posible cubrir las recomendaciones de Fe a través de la alimentación. Pero que, en los casos de aumento fisiológico de necesidades (menstruaciones abundantes y segunda mitad del embarazo, por ejemplo) esto es difícil y está justificado proporcionar preparados de Fe como suplemento farmacológico. Esto es imprescindible en situaciones de anemia ferropénica, incluso en formas leves.



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