La importancia de la higiene
corporal, desde la limpieza del pelo a la del cutis, pasando por el uso de
desodorantes, perfumes y geles y espumas para el baño, es indiscutible. En la
mujer, una de las zonas que precisa unos cuidados especiales es la región
genital externa. Una limpieza correcta de esta zona del cuerpo evitará las
consecuencias de un exceso de detergencia sobre la mucosa y las posibles
infecciones debidas a una higiene deficitaria u otras causas.
De entrada, hay que decir que
para mantener la mucosa vulvovaginal aseada será suficiente lavarse con agua o
con jabón suave y agua, preferentemente dos veces al día, una por la mañana y
otra vez antes de acostarse. La limpieza de la zona debe incluir la vulva, así
como los pliegues de los labios mayores y menores y no descuidar el lavado
alrededor del clítoris.
La vagina no debe lavarse en su
interior, ya que tiene su propio mecanismo depurador: cada día se libera una
cantidad determinada de flujo vaginal. El flujo, en ausencia de patologías, es
blanquecino, con tendencia a amarillear cuando se seca: es algo viscoso, dulce
y su olor no es desagradable. El pH de las secreciones vaginales normales es
ácido, menor de 4,5. La producción de flujo vaginal aumenta durante la
excitación sexual y con la ovulación. También cambia el aspecto del flujo
vaginal cuando se está ovulando y la mujer es más fértil, en este caso, el
flujo presenta una consistencia elástica a fin de retener fácilmente los
espermatozoides y favorecer así el embarazo.
Por otro lado, las duchas
vaginales no son recomendables como medida rutinaria de higiene, a menos que
forme parte de un tratamiento médico. Este tipo de limpieza de la vagina puede
llegar a cambiar el pH vaginal y favorecer el desarrollo de bacterias con la
producción de inflamación o infección de la mucosa. Por tanto, las duchas
vaginales sólo están indicadas en situaciones específicas y durante un período
corto.
Es muy importante mantener esta
zona seca, aparte de limpia, para evitar infecciones. El contacto con la orina,
el sudor, el mismo flujo vaginal, la menstruación y el hecho de ser una zona
poco ventilada favorecen que la humedad generada no se evapore por completo, y
éstas son las causas por las que esta zona es más susceptible del ataque de
microorganismos.
Hay una serie de factores o
situaciones que pueden alterar la zona vulvovaginal y facilitar la aparición de
infecciones:
* El uso de ropa interior ajustada.
* El uso de materiales sintéticos, como lencería de nailon, porque mantienen la
humedad y el calor en la zona genital.
* Las relaciones sexuales, por producir alteraciones químicas, ya que el
esperma es alcalino y ocasiona un cambio en el pH de la vagina.
* La menstruación.
* Uso frecuente de antibióticos.
* Parasitosis.
* Incontinencia urinaria o fecal.
* Cambios hormonales durante la pubertad, el embarazo y la menopausia.
Situaciones fisiológicas particulares
La mucosa vulvovaginal no
presenta ni las mismas características, ni es susceptible al mismo tipo de
infecciones durante las distintas etapas de la vida de la mujer.
Niñas
En niñas pequeñas es frecuente
observar vulvovaginitis, de hecho, es el desorden más común. En ellas, aún no
ha empezado la producción estrogénica y hay una serie de causas que predisponen
su desarrollo:
* Tejido no estrogenizado atrófico.
* Labios menores con poco tejido adiposo y pequeños.
* Piel de la vulva delgada.
* Ausencia de vello en el pubis.
* pH neutro (7 a 8).
* Corta distancia entre la vagina y el ano.
* Higiene inadecuada, lo que facilita la contaminación por las deposiciones.
Las infecciones vaginales en la
infancia y en la premenarquia son la causa más frecuente de consulta
ginecológica.
En esta edad es muy importante
enseñar el hábito de la higiene íntima e insistir en que la limpieza debe
realizarse de delante hacia atrás, nunca al revés, para evitar contaminar con
restos de heces la zona vaginal. Es muy importante también asear la zona
perineal con jabones neutros.
Adolescencia y mujeres adultas
Al llegar la pubertad el pH pasa
de neutro a ácido (4,5), ya que la producción de estrógenos favorece el
engrosamiento de la mucosa y el depósito de glucógeno. La fermentación del
glucógeno es la responsable de la disminución del pH y en este ambiente,
proliferan favorablemente las bacterias, sobre todo lactobacilos que protegen
la vagina de las infecciones y son los constituyentes de la flora vaginal.
En la niña adolescente es
frecuente la consulta por leucorrea fisiológica, abundante flujo blanquecino y
sensación de sentirse siempre húmeda. Es normal que de 6 a 12 meses antes de
presentarse la menarquia, los estrógenos estimulen la producción de moco y
sudor vaginal. Ya en esta etapa el pH es ácido, como en la adulta normal.
En cambio, entre las adolescentes
es frecuente la aparición de infecciones comunes como la vulvovaginitis.
Las infecciones vaginales son más
frecuentes en esta edad si la higiene íntima es deficiente y también por el
contacto sexual sin protección. El microorganismo que se transmite por contacto
sexual es Trichomonas vaginalis.
Las infecciones por causa no
sexual pueden darse a cualquier edad y por distintas causas. La proliferación
de bacterias propias del ano puede causar inflamación de las paredes de la
vagina. También las vaginosis bacterianas son frecuentes entre las mujeres en
etapa fértil, por crecimiento exagerado de la flora bacteriana aeróbica y
anaeróbica. El pH en este caso es mayor de 4,5. Otra posibilidad es la excesiva
proliferación de los hongos presentes en la propia flora vaginal, el más
frecuente es Candida albicans. Una serie de factores favorecen el
desarrollo de este hongo por alteración del pH vaginal que provoca la aparición
de candidiasis, como el uso de ropa muy ajustada, bañarse en piscinas públicas
o el uso de aseos con higiene deficitaria y, como ya se ha comentado, el
mantenimiento de la humedad en la zona genital.
En las adolescentes aparecen
frecuentemente vaginosis bacterianas y vulvovaginitis por Cándida.
La infección por Cándida se
caracteriza por irritación y prurito del área genital externa, ardor al orinar
y dolor al mantener relaciones sexuales, inflamación de los labios de la vulva
y secreción continua de un flujo de olor y aspecto desagradable.
Las candidiasis se observan
frecuentemente si se ha producido una alteración del ecosistema vaginal por una
serie de causas, como la toma de antibióticos, el embarazo, la diabetes o casos
de inmunosupresión. También el uso de ropa muy ajustada o la obesidad son
factores que predisponen a presentar infecciones por este tipo de
microorganismos.
El uso de aerosoles entre las
adolescentes, incluso entre las niñas pequeñas, puede desencadenar una
respuesta alérgica y provocar la aparición de vulvovaginitis de contacto, por
esta razón no está recomendado su uso.
Las vaginosis bacterianas son
frecuentes entre las mujeres en etapa fértil, por crecimiento exagerado de la
flora bacteriana aeróbica y anaeróbica
Embarazo
Otra etapa con distintas
necesidades y cuidados es el embarazo. Durante el embarazo es muy importante
realizar una buena higiene genital y anal. Se recomienda usar jabones líquidos,
neutros y que no sean irritantes.
Es necesario recordar que durante
este período es totalmente normal un aumento de las secreciones vaginales.
Menopausia
Con la llegada de la menopausia
se dejan de producir hormonas y el flujo vaginal se interrumpe. Es frecuente la
aparición de vaginitis en ancianas que no pueden realizar una correcta higiene
de la zona genital.
RECOMENDACIONES GENERALES
* Usar ropa íntima de algodón
* Lavar la ropa íntima con jabones neutros
* No utilizar duchas vaginales, ni agentes antisépticos locales
* Lavar los genitales antes y después de mantener relaciones sexuales
* Utilizar jabones suaves que no alteren el pH ácido propio de la mucosa
* No usar ropa muy ajustada para favorecer la transpiración de la zona
* Controlar la ingestión de medicamentos. Después de tomar antibióticos, la
mujer es más susceptible de contraer infecciones vaginales
Consejos de higiene
Otros consejos a tener en cuenta
al realizar la higiene íntima y para evitar la aparición de vulvovaginitis
inespecíficas son los siguientes:
* No utilizar esponja o guantes para limpiar la zona
genital, ya que en ellos se acumulan infinidad de gérmenes.
* Evitar, o como mínimo moderar, el uso de desodorantes íntimos.
* Cambiar los tampones y las compresas cada 4-6 h.
* Realizar la limpieza después de orinar o defecar con papel higiénico blanco e
inodoro.
* Realizar la limpieza de la región perineal hacia atrás (zona anal).
* No utilizar talco, perfumes o desodorantes.