¿Por qué cambia el cuerpo de la mujer durante el
embarazo?
El embarazo dura alrededor de 280 días (entre 37 y 42 semanas). Habitualmente, se
hablaba de 280 días por medirse en meses lunares (el promedio de duración de un
ciclo menstrual, 28 días, por 10 meses). Suelen darse errores de cálculo sobre
el inicio del embarazo, ya que la fecha de la última regla no es la más exacta,
sino que éste se sitúa unos 14 días después. De ahí que hablemos de que un
embarazo normal dura entre 37 y 42 semanas.
Durante la gestación, hay dos periodos claramente diferenciados: el periodo embrionario y el
fetal. El primero dura 8 semanas y en él se va formando el bebé, llamado
embrión. Desde la novena semana hasta el parto, el bebé
ya está formado, y lo que hará principalmente es crecer. Este es el periodo
fetal, y en esa fase ya hablaremos de feto.
El embarazo es un periodo de adaptación a una nueva
situación en la que se producen cambios psicológicos, además de que el cuerpo
de la mujer experimenta una profunda transformación física ya que debe acoger
la formación y el crecimiento de un bebé en su interior. La mayoría de estos
cambios no generan molestias y revierten tras el embarazo.
¿Qué cambios se producen en el
primer trimestre del embarazo?
En este periodo, se produce un aumento de la producción de algunas
hormonas. Las hormonas son mensajeros químicos que se producen en algunos
órganos y actúan sobre otros.
Estas hormonas son necesarias para preparar el cuerpo
para el embarazo y mantenerlo, como los estrógenos y la progesterona, la gonadotropina coriónica (que
suprime la menstruación), preparar las glándulas mamarias para la lactancia (estrógenos y prolactina), inducir el parto (oxitocina) y, en menor
medida, las hormonas tiroideas (que incrementan funciones corporales de la
madre para que el crecimiento del feto sea adecuado) o la insulina para la regulación de la glucosa. Estas variaciones hormonales serán las responsables de muchos de los
cambios que tienen lugar en el cuerpo femenino durante la gestación:
·
Ausencia de
menstruación. Tras la concepción, es uno de
los primeros signos y uno de los más evidentes. En las primeras semanas también
puede producirse un ligero sangrado por la implantación del embrión.
·
Aumento del
tamaño y la sensibilidad de las mamas. Además, los pezones se tornan más
prominentes y las areolas se agrandan y se hacen más oscuras. Igualmente, se hinchan y se hacen visibles unas
pequeñas protuberancias blanquecinas alrededor del pezón, llamadas tubérculos
de Montgomery, que posteriormente se encargarán de producir un líquido que
ayudará a protegerlo. En ocasiones, el desarrollo de la mama puede producir
punzadas y dolor en los pezones.
·
Aumento de la
secreción vaginal. Un cambio
totalmente normal.
·
Aumento del
tamaño del útero. Sus paredes se
fortalecen, al tiempo que los vasos sanguíneos se dilatan y el volumen de
sangre aumenta de cuatro a cinco litros, con la finalidad de nutrir
adecuadamente al embrión. A las 12 semanas de embarazo, se puede observar un
leve abultamiento en el abdomen. Pasadas las 20 semanas, el crecimiento del
útero alcanza la altura del ombligo y el abultamiento del abdomen se hace más
patente.
·
Aumento de la
frecuencia de micción: tanto
por el aumento de la actividad de los riñones, como por la presión que el útero
va ejerciendo sobre la vejiga. Esto es más frecuente a la hora de acostarse y
al final del embarazo.
·
Incremento del
ritmo cardiaco. Dado que tiene que bombear
más sangre, el corazón late más deprisa. Al final del embarazo, la placenta
recibe una quinta parte del flujo sanguíneo de la madre. También aumenta la
cantidad de sangre que tiene la madre, y el ritmo respiratorio y el metabolismo
se vuelven más rápidos. El retorno sanguíneo por las venas, desde las piernas, puede verse más afectado por el aumento de tamaño del útero y se puede
producir hinchazón o edema en las piernas y, en ocasiones, varices.
·
Mayor apetito
y aumento de peso, aunque también es posible
adelgazar un poco. La cintura puede ensancharse y, a partir del segundo mes,
también pueden hacerlo las caderas. El desarrollo del bebé, la placenta, el
líquido amniótico y el extracelular, el mayor volumen de sangre, de las mamas y
del útero, así como el aumento de los depósitos de grasa, producen el
incremento de peso a lo largo de los nueve meses de embarazo.
Si antes del embarazo la mujer era de constitución muy delgada (Índice de Masa
Corporal <18), el aumento de peso normal debe estar entre los 12 y los 18Kg.
Si el IMC estaba entre 18,5 y 24,5, el incremento de peso debería estar entre
los 11,5 a 16Kg. En caso de sobrepeso (IMC entre 25 y 29,9), el peso no debería
aumentar en más de 7 a 11,25 Kg. Y si había obesidad (IMC>30), el peso no
debería aumentar más de 5 a 9Kg.
·
Alteraciones
olfativas y del gusto. Como consecuencia de los cambios hormonales, pueden percibirse de manera
diferente los sabores. También el olfato está más sensible de lo habitual, con
lo que puede tenerse una percepción exagerada de algunos olores, que den lugar
a náuseas. Del mismo modo, es habitual la congestión nasal.
·
Cambios de
humor e irritabilidad. También puede darse una mezcla de emociones como
dudas, alegría y ansiedad.
·
Aparición de
diversas molestias. Por ejemplo,
la madre puede sufrir inflamación de las encías, náuseas y vómitos
(especialmente por las mañanas), ardor de estómago, malestar, cansancio, estreñimiento, hemorroides, necesidad de dormir más horas o dolor de pelvis,
etc. La frecuencia e intensidad de estos síntomas difieren de unas madres a
otras.
·
Cambios en
la piel: aumenta la actividad de los
melanocitos (células de la piel que contienen un pigmento llamado melanina).
Esto provoca la aparición de una línea oscura entre el pubis y el ombligo y el
oscurecimiento de los pezones y areolas.
¿Qué cambios se producen en el
segundo trimestre?
Durante estas semanas, el cuerpo de la madre seguirá
transformándose para facilitar el desarrollo y crecimiento del feto.
·
El útero y, por tanto, el abdomen, siguen aumentando de volumen. En consecuencia, la cintura sigue ensanchándose. Esto puede originar
estrías de color rosáceo en la piel.
·
Los pechos
continúan creciendo y su
superficie muestra numerosos vasos sanguíneos.
·
El peso de la
madre sigue aumentando a un
ritmo aproximado de un kilogramo al mes.
·
El sistema
inmunológico se torna menos sensible. De esta manera, evita cualquier rechazo inmunológico a su hijo.
·
Los riñones y
el corazón trabajan todavía con más intensidad –el volumen de sangre ha aumentado un cincuenta por
ciento-. Se puede producir mayor sensación de piernas hinchadas o cansancio,
orinar con más frecuencia por la presión sobre la vejiga y pueden aparecer
varices en las piernas.
·
El ritmo
intestinal se ralentiza, lo que puede
producir digestiones pesadas, ardor de estómago, flatulencias y estreñimiento.
·
Las encías
también se vuelven más sensibles y pueden sangrar.
·
Muchas de las molestias que
pudieran haber aparecido durante el primer trimestre, como las náuseas o el cansancio, desaparecen durante estas
semanas y, de hecho, es habitual que
la madre se sienta plena de energía.
¿Qué cambios se producen en el
tercer trimestre del embarazo?
Durante estas semanas, la embarazada vivirá los
siguientes cambios físicos y síntomas:
El mayor aumento de peso suele producirse entre las
semanas 20 y 24.
·
Continúa el
aumento de tamaño del útero y del abdomen. Pueden incluso llegar a interferir con la rutina diaria de la mujer
embarazada en actividades tan básicas como comer, dormir, caminar, inclinarse o
incorporarse.
·
Sigue
aumentando el peso. En general, el mayor
incremento suele producirse entre las semanas 20 y 24 del embarazo.
·
Cansancio
intermitente, lo que provoca una mayor
necesidad de dormir con más frecuencia.
·
Puede
producirse hinchazón de piernas, tobillos y pies.
·
Estiramiento
de los ligamentos del cuerpo, principalmente en caderas y pelvis. De esta manera, el cuerpo de la mujer se prepara
para el parto.
·
En las últimas semanas de gestación
o en los primeros días tras el parto, las mamas, pueden producir un líquido amarillento o blanco denominado
calostro que contiene gran cantidad de
minerales y anticuerpos. Es un líquido normal que será el primer alimento del
bebé en la lactancia materna.
·
Aumento de las
ganas de orinar, cuando la cabeza del bebé ya
está encajada en la pelvis.
·
Son frecuentes
molestias como el dolor de espalda o de pelvis o ardor de estómago.
¿Cómo cambia la piel durante el
embarazo?
Durante el embarazo, en la piel de la gestante es
frecuente que aparezcan:
·
Estrías. Durante la gestación, la piel sufre una
distensión en algunas zonas de cuerpo, que puede provocar la formación de estrías, sobre todo durante el tercer trimestre. Las estrías son una rotura del tejido de las fibras elásticas de la
epidermis, que produce múltiples líneas en la piel, normalmente longitudinales
y simétricas entre sí. Suelen aparecer, sobre todo, en
la parte inferior del abdomen, alrededor del ombligo, en las caderas, las
mamas, los muslos, las nalgas y las axilas. Inicialmente, su tono es entre rojo
y violeta y, con el paso del tiempo, pasan a tener un color blanco nacarado y
se vuelven menos visibles. Los factores hormonales y genéticos también influyen
en su aparición.
·
Manchas. A partir del cuarto mes del embarazo, también
son habituales alteraciones en la melanina (pigmento natural de la piel), que
dan lugar a manchas llamadas cloasmas. Estas suelen ser de color marrón claro u oscuro y de bordes poco definidos. Suelen aparecer en las zonas más expuestas a la luz del sol como la frente,
los pómulos y el labio superior, pero normalmente desaparecen unos seis meses después el parto. Además,
los lunares y pecas tienden a oscurecerse.
·
Acné. Al
comienzo de la gestación, los cambios hormonales pueden desencadenar un exceso de secreción y retención de sebo en los poros
de la piel. Esto puede provocar la aparición de
brotes de acné que, normalmente, se localizan en el rostro, el pecho y la
espalda.
·
Picores. Fruto de la sequedad y el estiramiento de la piel que
produce la gestación, suelen ser habituales en la recta final de la
gestación. Pueden estar localizados en una
zona o afectar a varias partes del cuerpo, especialmente en el vientre y el
pecho, al igual que en las zonas donde han aparecido estrías. Su intensidad puede aumentar según avanza el
embarazo.
¿Qué cambios psicológicos se
producen durante el embarazo?
Las transformaciones fisiológicas propias del embarazo
suelen llegar acompañadas de distintas emociones, que se suceden a lo largo de la
gestación:
·
Cambios de
humor. En los primeros meses, es normal que la mujer sufra cambios de humor y se
sienta a menudo irritada sin que, aparentemente, exista una razón. Esto se debe tanto a los cambios hormonales
típicos de esta etapa, que aumentan la sensibilidad de la mujer, como a las
preocupaciones respecto a la evolución del embarazo y a la salud de su bebé,
que suelen surgir durante el primer trimestre. Es importante manifestar estas
emociones y hacer las preguntas que las generan. El ginecólogo/a y la matrona
son las mejores fuentes de información veraz y realista.
·
Durante el segundo trimestre se experimenta generalmente un momento de mayor
tranquilidad. Es en este periodo cuando la
mayoría de las preguntas ya han sido respondidas y el bebé ya es un feto, no se
está formando, sino que está creciendo. Se notan los movimientos del bebé y
desaparecen muchos síntomas como las náuseas o los vómitos. Son momento de
conexión entre la madre y el hijo.
·
Emociones
negativas como miedo o ansiedad. Durante el tercer
trimestre, la cercanía del parto puede
reavivar las preocupaciones y temores por la salud del bebé y por la capacidad
para cuidarlo adecuadamente, al tiempo
que la embarazada comienza a sentirse más impaciente por conocerle. Es
importante manifestar estas preocupaciones y preguntar tanto como sea
necesario. En estos momentos, son muy útiles las charlas y cursos de
preparación al parto.
En ocasiones, puede darse también
un estado de ánimo depresivo en
la mujer embarazada. No obstante,
los anteriores sentimientos dependen de factores como la personalidad de la
madre y las circunstancias de su embarazo.
Por último, los cambios en su cuerpo pueden
conducir a una menor autoestima, sobre todo en el tercer trimestre, ya que no se siente tan atractiva
como antes o siente miedo de no volver a ser la misma tras el parto. Todo ello,
de nuevo, puede intensificar la tristeza y la preocupación.
Emociones positivas como la alegría, el orgullo y la ilusión. Son frecuentes desde el momento en que se conoce el embarazo.