¿Qué son las
glándulas de Bartolino?
Son las glándulas
vestibulares de mayor tamaño. Se localizan en la parte posterior del
vestíbulo, de forma bilateral en la base de los labios menores, y
drenan a través de un conducto de 2 a 2,5 cm de longitud entre el
himen y los labios menores. Habitualmente miden menos de 1 cm y no
son palpables, a excepción de infección u otra enfermedad. Su
utilidad radica en proporcionar lubricación a partir de la pubertad.
Los quistes del
conducto de Bartolino y los abscesos de las glándulas son la
patología más frecuente de las glándulas de Bartolino, siendo los
problemas más comunes en mujeres en edad reproductora.
El quiste de la
glándula de Bartolino es una acumulación de líquido debido a un
bloqueo u obstrucción en la glándula, que produce moco en la vulva
con una respuesta inflamatoria mínima en el tejido circundante. El
absceso puede deberse a una infección primaria de la glándula o una
infección bacteriana secundaria del quiste con una reacción
inflamatoria aguda local.
Los quistes y los
abscesos de las glándulas de Bartolino son más frecuentes entre los
20 y los 30 años. En cuanto a perfil de riesgo, es más probable en
infecciones y traumatismos. Otros factores de riesgo son
intervenciones quirúrgicas que podrían obstruir el ducto, como
episiotomía o colporrafia. Se ha visto una mayor riesgo en mujeres
con riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual. En
embarazadas, son más frecuentes en el segundo y tercer trimestre.
La causa de los
abscesos de la glándula de Bartolino es polimicrobiana. Algunos
estudios enfatizaban la Neisseria gonorrhoeae y el Streptococcus
microaerófilos como implicados en uno de cada tres casos. Si
embargo, datos microbiológicos más recientes recogen que
Escherichia Coli es la bacteria aislada con mayor frecuencia en los
cultivos positivos tanto en mujeres embarazadas como no embarazadas.
Es además el patógeno único más frecuente en infeccines
recurrente. También son frecuentes las bacterias anaerobias como
especies Bacteroides y Peptostreptococcus.
¿Cómo se
diagnostica?
Es diagnóstico es
clínico. El quiste suele aparecer en una revisión rutinaria como
hallazgo casual, y el absceso al examinar la zona pélvica como una
masa blanda, fluctuante en la parte posterior del labio mayor que se
extiende hacia el interior del labio menor.
Un pequeño quiste
de Bartolino puede ser asintomático. Si son de mayor tamaño puede
aparecer hinchazón local, sensación de presión y dolor. Los
abscesos de Bartolino, más frecuentes que los quistes, a menudo se
presentan con dolor de vulva significativo, dispareunia y en algunas
ocasiones fiebre. Una mejoría brusca del dolor con un aumento del
flujo vaginal puede ser indicativa de una rotura espontánea del
absceso.
El diagnóstico
diferencial es con otras masas o lesiones de la región vulvar, entre
las que se incluyen: carcinoma de la glándula de Bartolino, absceso
en el labio mayor, carcinoma vulvar escamoso, quiste de inclusión
epidérmico, quiste mucoso vestibular, quiste sebáceo, leiomioma,
fibroma, lipoma, hidradenoma papilífero, siringoma, neurofibroma,
quiste de Skene o adenocarcinoma.
Análisis de sangre y
cultivos no suelen ser necesarios en quistes no complicados y no se
recomiendan de rutina ya que el absceso de la glándula de Bartolino
suele ser polimicrobiano. Aunque puede ayudar en el diagnóstico
diferencial. En las mujeres postmenopáusicas con quiste de la
glándula de Bartolino o en las que no hay mejoría con los
tratamientos habituales debe considerarse hacer una biopsia de la
misma para descartar alguna de las patologías anteriormente vistas.
¿Cómo se trata?
No existe un
tratamiento ideal para los quistes y abscesos de las glándulas de
Bartolino. La selección de uno u otro dependerá de la clínica,
evolución del cuadro, limitaciones que produzca y patología
concomiantes. Puede ser conservador o quirúrgico.
Quistes pequeños y
asintomáticos en mujeres jóvenes pueden no requerir tratamiento.
Aquellos abscesos
que rompan y drenen espontáneamente pueden tratarse sintomáticamente
con calor local, baños de asiento y analgésicos.
El uso de
antibióticos como terapia adyuvante del tratamiento quirúrgico del
absceso es controvertido, pero se usa a menudo para minimizar la
extensión de la infección. En general se consideran antibióticos
de amplio espectro como la amoxicilina-clavulánico o clindamicina.
Existen varios
procesos quirúrgicos, con sus ventajas e inconvenientes, la mayoría
pueden hacerse en consulta bajo anestesia local.
La incisión y
drenaje del absceso es la técnica quirúrgica más simple y alivia
rápidamente el dolor. Bajo anestesia local, se realiza una incisión
en el área de mayor tensión del absceso, cerca del conducto de
Bartolino. Para disminuir el riesgo de recurrencia se puede insertar
una barra de nitrato de plata cristaloide o escleroterapia con
alcohol. Como efectos adversos puede aparecer edema labial o
hemorragia local.
La aspiración con
aguja simple con o sin spray de cloruro de etilo sola se asocia con
más del doble de probabilidad de recurrencia en comparación con la
aspiración con aguja con escleroterapia con alcohol.
La escleroterapia
con alcohol en la cual después de la evacuación, la cavidad se
irriga con alcohol al 70% durante 5 minutos. No es una técnica muy
usada por riesgo de necrosis tisular y cicatrización así como de
formación de hematoma. Existen recurrencias en torno al 10% de los
casos.
La fistulización
consiste en colocar un catéter a través de la incisión de la
glándula para mantener la apertura y crear un nuevo tracto de salida
epitelizado. Se utiliza el catéter de Word, que es una sonda Foley
del número 10 con una longitud de 2,5 cm. La incisión debe ser de
poco milimetros (5mm), intentando que no sea demasiado grande para
evitar que el catéter de Word se desprenda. Se inserta el catéter
en la cavidad y se infla con 3ml de solución salina estéril. Cuando
el tracto está bien epitelizado, se desinfla el balón y se retira
el catéter. Sangrado, expulsión del catéter o dolor durante el
procedimiento son las limitaciones más frecuentes. Las recurrencias
se observan en un 4-17% de los casos.
La marsupialización
consiste en realizar una eversión del tejido glandular. Es una
técnica útil en aquellos donde fracasó el catéter de Word o en
quistes o abscesos muy recurrentes. Se realiza una sutura de 1,5-3 cm
a o largo del eje largo del absceso para drenaje y se evierten y
suturan los bordes de la pared del quiste a la piel vestibular
circundante con suturas absorbibles, Las tasas de recurrencia son muy
bajas. Complicaciones posibles son dispareunia, hematomas o infección
por Staphylococcus aureus y más extraordinariamente, bacteriemia y
corioamnionitis después de marsupialización recurrentes.
La escisión de la
glándula, consiste en una amplia escisión incluyendo tejido
circundante en quirófano, es una técnica de elección en quistes
recurrentes o sospecha de carcinoma de glándula de Bartolino. No ser
recomienda si hay signos de infección activa. Las complicaciones
pueden incluir pérdida significativa de sangre o hematoma, fiebre,
tiempo de curación prolongado y dispareunia debido a la
cicatrización así como desfiguración física y dolor crónico
local
La vaporización por
láser puede utilizarse para crear una nueva vía de drenaje, la
recurrencia está en torno al 20%. No se asocia a formación de
cicatrices o dispareunia. Puede existir un sangrado mayor en el 2-8%
de los casos y se produce la curación de 2 a 4 semanas.
Durante las primeras
24h después de la cirugía se puede reducir al mínimo el dolor, la
inflamación y la formación de hematomas con la aplicación de frio
local. Posteriormente se practicarán baños de asiento, una o dos
veces al día, para el alivio del dolor y la higiene de la herida.
Las relaciones sexuales han de retrasarse durante varias semanas para
permitir la cicatrización de la herida.